''El Temerario remolcado a su último atraque para el desguace'', de J.M.W. Turner |
Llevo navegando en este
barco veinticinco años. No es el barco más bonito del mundo, ni posiblemente el
más confortable, pero lo es todo para mí.
He surcado los siete
mares junto a mi Sacramento. Los dos
hemos conseguido resistir fuertes galernas en el Cantábrico, abrasadores
huracanes a pocas millas de La Habana y tifones en las costas de Kyushu. Nada
nos ha podido vencer.
Con el paso de los años
mi Sacramento ha cambiado tanto como
yo mismo. Ya no es aquel precioso barco de casco blanquecino y terso que compré
en el puerto de Marsella. Ahora su carcasa es áspera y de un tono cercano al gris,
pero, irónicamente, le tengo más cariño que nunca. Dos amplios botes
salvavidas, uno a cada lado de la cubierta, hacen compañía a mi amado.
Cada vez me queda menos
tiempo para seguir navegando este azul infinito en compañía de mi Sacramento. Las arrugas de mi rostro se
multiplican y el poco pelo que me queda en la cabeza es fino y quebradizo. Solo
espero que este barco me resista otros veinticinco años más.
A mis padres...